domingo, 9 de agosto de 2009

Lecturas - Escuela y Fracaso

En la actualidad, existe un amplio acuerdo acerca del importante papel que desempeñan los sistemas educativos para asegurar una participación igualitaria en la producción, recreación y apropiación de contenidos socialmente significativos. Es evidente que la educación no es la única responsable de la compleja dinámica de nuestras sociedades, pero tampoco cabe duda de que su contribución resulta decisiva en lo que respecta a los fenómenos de inclusión o exclusión social.

Los países iberoamericanos afrontan algunos problemas estructurales en el campo de la educación, fundamentalmente en lo que respecta a la repetición, la sobreedad y el abandono, que constituyen auténticos nudos críticos de nuestros sistemas educativos. Podría incluso decirse que la expansión escolar ha tenido el efecto paradójico de crear una nueva exclusión, en este caso educativa, que viene a sumarse a otros factores de riesgo y vulnerabilidad social.

Detrás de estos fenómenos aparece el fantasma del usualmente denominado «fracaso escolar». Este número está dedicado a analizarlo, con la convicción de que se trata de un asunto crucial para nuestro futuro educativo y social. Para ello, como es habitual, contamos con voces relevantes en el panorama iberoamericano que nos ayudan a adentrarnos en su realidad y sus dimensiones desde diversas perspectivas.
La primera cuestión que se plantea al hablar del fracaso escolar se refiere a la complejidad que el propio concepto encierra. El artículo de Flavia Terigi que abre este número realiza un análisis interesante y detenido de la función que la escuela ha desempeñado históricamente en relación con el fracaso escolar. Se plantea el problema que supone su interpretación como un problema psicoeducativo e individual, adopta una posición crítica al respecto incorporando la consideración de las prácticas escolares como prácticas culturales específicas y propone una reconceptualización del concepto de riesgo educativo.

Avanzando algo más en el análisis conceptual, el artículo de Juan Manuel Escudero, María Teresa González y Begoña Martínez ofrece una lectura del fracaso escolar desde la perspectiva de la exclusión social y educativa. Para ello se plantea la necesidad de identificar el tipo de bienes del que son privados determinados estudiantes y colectivos y se insiste en la idea fundamental de que el fracaso o la exclusión deben ser entendidos como fenómenos procesuales, en tanto que representan trayectorias individuales y no simples acontecimientos aislados.

En esa misma dirección de reflexión conceptual se orienta el artículo de Maria Luísa Bissoto, que prefiere hablar de fracaso en la escuela, ya que se trata de un fenómeno que surge y se materializa en una red de interacciones sociales en que participan la escuela, la familia y los estudiantes. Son las interacciones existentes entre los tres polos las que favorecen o dificultan los sentimientos de pertenencia a la institución escolar. Desde ese punto de vista, la superación del fracaso escolar exige una praxis de enculturación de las personas implicadas en la cotidianeidad escolar.

Basándose en la complejidad del fenómeno, María Montserrat Blanco y Francisco Javier Ramos plantean la necesidad de abordar el tema mediante acciones preventivas y paliativas. Como condición necesaria, señalan que todos los agentes sociales implicados en la educación deben asumir su parte de responsabilidad. Ello implica adoptar una perspectiva diferente, en la que las acciones de todos ellos se complementen.
Entrando en un campo específico ligado con el fracaso escolar, Zulma Perassi analiza el modo en que las culturas de la evaluación actúan como tramas estratégicas, favorecedoras u obstaculizadoras de su aparición. Concretamente, se revisa en qué medida algunos rasgos de dichas culturas alientan trayectorias hacia el fracaso. Desde otro punto de vista, Fabiola Cabra y Gloria Patricia Marciales examinan un aspecto importante de la denominada «brecha digital», que no suele ser objeto de atención especial. Se trata de la manera en que la construcción de representaciones acríticas sobre la relación que establecen los jóvenes con las tecnologías contribuye a ocultar algunos factores generadores del fracaso escolar.

Cerrando esta parte monográfica, el artículo de Rafael Feito analiza cómo la escuela, especialmente a partir de la etapa secundaria, se convierte en una institución excluyente. A partir de esa reflexión, se plantea en qué medida algunos nuevos enfoques, como la enseñanza basada en competencias o la consideración de nuevos conceptos de inteligencia, pueden contribuir a paliar la situación de fracaso y encaminarse al éxito escolar para todos.

Como es habitual, el número se completa con algunos otros trabajos de naturaleza y características diversas. En este caso contamos con la colaboración de Antonio Monclús, buen conocedor de la pedagogía de Paulo Freire, que analiza en qué medida su modelo educativo y cultural constituye una alternativa a la idea del choque de civilizaciones. Claudio Rama analiza la tendencia actual a la masificación de la educación superior en América Latina, descendiendo a las implicaciones de dicho proceso en el mantenimiento de las desigualdades tradicionales y en la construcción de nuevas inequidades. El artículo de Jaume Sureda, Rubén Comas y Mercè Morey presenta los resultados de un trabajo de investigación centrado en el fenómeno del plagio académico desde el punto de vista del profesorado. Por último, Diana Szarazgat, Claudia Glaz y Carmen Gaetano analizan la presencia de los eufemismos en el discurso educativo y el efecto de enmascaramiento que puede provocar. El número se cierra con la habitual sección de novedades editoriales y la memoria del año 2008.

Esperamos que al lector le resulten interesantes tanto el tema general abordado como los enfoques adoptados para tratarlo. Como señalaba al comienzo, el número pretende plantear preguntas relevantes más que esbozar respuestas esquemáticas. El fenómeno del fracaso escolar se liga al riesgo del destino educativo de muchos niños y niñas de Iberoamérica y esto nos compromete éticamente.

Alejandro Tiana Ferrer

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